Te recuerdo moviéndote sigilosa y rápidamente en la oscuridad, mirando mi silueta oscura contra la luz que entra por la ventana. Observando.
Sonriéndote, reconoces el terreno, aunque llevas poco tiempo estudiándolo. Y sabes dónde posar tu mano o tus labios, o por dónde pasar de puntillas para hacerme querer que pares y te quedes.
Pero te marchas, la música de anoche no sirvió para hipnotizarte. Me dejas en la cama, aún onírica, y me das instrucciones que no cumpliré.
En la nevera aún hay chocolate con almendras.
Sonriéndote, reconoces el terreno, aunque llevas poco tiempo estudiándolo. Y sabes dónde posar tu mano o tus labios, o por dónde pasar de puntillas para hacerme querer que pares y te quedes.
Pero te marchas, la música de anoche no sirvió para hipnotizarte. Me dejas en la cama, aún onírica, y me das instrucciones que no cumpliré.
En la nevera aún hay chocolate con almendras.