10 de abril de 2009

Koch

Espíame

Y háblame de armas y de cosas que no entiendo, háblame rápido para que tenga que poner todos mis sentidos alerta, no me importará leerte los labios a todas horas. Practicaremos braille.

Cuéntame todas esas cosas que te han ocurrido, cuéntame aventuras, cosas tristes y lo más raro que te haya pasado. Mírame a los ojos cuando no te mire. Y deja que me de cuenta de tus miradas, de esas que me lanzas recorriendo cada milímetro.

Deja que te imagine caminando, con la cabeza alta y con cientos de ojos fijos en ti. Déjame verte tal cual, como me explicas, con tu mala publicidad, con tus ojos oscuros y tus rectificaciones de palabras políticamente incorrectas.

Probemos a cruzar nuestras miradas sin que nadie más las vea. Juguemos a decir palabras prohibidas y a casi tocarnos. Intentemos reconsiderar todo y volvámonos luego del revés, para ponernos a prueba.

Ponte a mi lado y deja que te imagine haciendo lo que estamos pensando. Luego dime que te caigo bien que ya mi mano se encargará de tocar tu brazo en busca de seguridad.

No nos daremos ningún dato. Jugaremos desde el principio a ser desconocidos y a esperar encuentros fortuitos.

Dame tregua en la noche, no traspases la línea de fuego enemigo; no te apoderes de mis sueños inconscientes, no encontrarás piedad por mi parte.

Y corre, corre todo lo que puedas y, cuando te duela hasta el cinturón que llevas puesto, mira atrás y búscame con la prisa con que se buscan soldados enemigos.

Estaré ahí, tienes plazo y tiempo.

Conviértete en mi causa suficiente.

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