26 de septiembre de 2008

Quique

Echo de menos tener un Quique en mi vida.

Lo bueno de Quique es que si un día quieres llamarlo o escribirle un mensaje puedes hacerlo, y según tengas el día: "Qiqe, llego en diez minutos" o "Kike, píllame un chaleco de casa, anda..., que hace mil frío... Adiostel!" o " Quique, quiquiriquihaga?" o "Enrique, te doy diez minutos para verte aparecer o te tacharé de mi lista de personas a las que adoro".

Conozco a un Enrique intermitente. A un Kike desconocido que es el mejor no novio del mundo según su desconocida no novia. Y a un Quique que odia las lámparas de quinqué, porque de pequeño una niña francesa, que no sabía pronunciar su nombre, le dio calabazas.


Quiero un Quique en mi vida.

O te quiero a tí, aún no lo tengo decidido.

11 de septiembre de 2008

It's time!

Tengo unas chanclas que me devuelven al pasado, a tu pasado.

Una línea horizontal es la responsable de que te vuelvas imprescindible o innombrable.

Es mejor sentarme a esperar, descansando de esta arritmia, y no pensar en la orilla de tus labios.

El reloj ha fijado la hora para comenzar a olvidarte.

El objetivo de mi cámara de fotos te echa de menos.

La impotencia para conmigo está campando a sus anchas. No logro describir ni la temperatura que siento, y no puedo pedirte a tí que lo hagas.

Son las trece y treinta y tres.

En lo que llevo de día he pensado trescientas ochenta y seis veces en ti, ahora trescientas ochenta y siete.

Hora de mi medicación.

7 de septiembre de 2008

He encontrado tu textura

De repente. Como un golpe.

Debió pasar algo hace unos 395 días, según mis cálculos. Pero tuviste miedo. O no tuviste nada. No sé lo que es peor.

De todas formas, lamentarse es gratis y no me dejas otra opción. No me vale que pienses en mí cuando no tienes nada mejor que hacer. No me vale que no pienses en mí al despertarte. No me vale que no añores mis formas geométricas imperfectas.

He empezado una terapia algo diferente. He comenzado a quererte desde siempre. He guardado en un frasquito las pestañas con las que me hacías cosquillas en la espalda. Y al sabor de tus besos lo he instalado en la punta de mis dedos. Ya sabes por qué.

No logro olvidarte un solo instante.

Los de arriba me han regalado un par de sueños más de esos que me inspiran, pero esta vez los he disfrutado para mí sola.

He desistido de intentar describirme. No puedo. No puedo.

Tus rasgos me asaltan, follándome la mente. Me he olvidado los condones a propósito.

Ayer, sobre el agua, tus recuerdos ganaron en número a las olas.

2 de septiembre de 2008

Buscando el sol


Certeza absoluta. Celos protagonistas de una historia de terror. El paquete aún está envuelto. La navidad pasó hace tiempo. Ya no [¿?] habrá próxima oportunidad.

El verde. Oscuro, claro, fresco, apagado, el borracho de botella, y el hipocondríaco de hospital. El de mis ojos, el del puto rayo. El de hierba que se pisa y hierba que se fuma. El de tus ojos marrones.

Rey o Reina qué más dá. El problema es que eres tú. Doctor en confusión con master en prevención de amor. Ácida tarjeta de presentación.

En la esquina inferior derecha puede leerse tu nombre, pero no me importa.