Echo de menos tener un Quique en mi vida.
Lo bueno de Quique es que si un día quieres llamarlo o escribirle un mensaje puedes hacerlo, y según tengas el día: "Qiqe, llego en diez minutos" o "Kike, píllame un chaleco de casa, anda..., que hace mil frío... Adiostel!" o " Quique, quiquiriquihaga?" o "Enrique, te doy diez minutos para verte aparecer o te tacharé de mi lista de personas a las que adoro".
Conozco a un Enrique intermitente. A un Kike desconocido que es el mejor no novio del mundo según su desconocida no novia. Y a un Quique que odia las lámparas de quinqué, porque de pequeño una niña francesa, que no sabía pronunciar su nombre, le dio calabazas.
Quiero un Quique en mi vida.
O te quiero a tí, aún no lo tengo decidido.
Lo bueno de Quique es que si un día quieres llamarlo o escribirle un mensaje puedes hacerlo, y según tengas el día: "Qiqe, llego en diez minutos" o "Kike, píllame un chaleco de casa, anda..., que hace mil frío... Adiostel!" o " Quique, quiquiriquihaga?" o "Enrique, te doy diez minutos para verte aparecer o te tacharé de mi lista de personas a las que adoro".
Conozco a un Enrique intermitente. A un Kike desconocido que es el mejor no novio del mundo según su desconocida no novia. Y a un Quique que odia las lámparas de quinqué, porque de pequeño una niña francesa, que no sabía pronunciar su nombre, le dio calabazas.
Quiero un Quique en mi vida.
O te quiero a tí, aún no lo tengo decidido.