27 de septiembre de 2009

Seguro Privado

Esa noche mi disfraz fue el mejor, porque no existía; éramos yo, mis gafas y mi decisión. Tú ni siquiera apareciste en la ronda de reconocimiento.

Las miradas desde lejos se hicieron esperar, la cerveza en mi mano apremiaba… y la decisión de elegir el camino equivocado no hacía más que dejarme perdidas en el móvil. Suerte que lo dejé en vibración.

Elegí pasar de los que iban de poetas y príncipes azules… siempre he preferido el verde.

La degustación del dorso de mi mano y las caricias casuales fueron todo lo necesarios que quise… los besos robados también. Tienes a tu favor aquel inocente roce casi esquimal… bastante divertido, pero te perdieron las ganas, la impaciencia y los versos.

Iba de chica mala y me encontraste; yo me encontré rodeada por los brazos de la autoridad: tus brazos.

Te tomaste tu tiempo para fotografiar cada parte de mi, y las medidas fueron controladas palmo a palmo, doy fe. Te aseguraste de que mis huellas no quedaran olvidadas y, una a una, fueron desfilando por tu espalda. La tasa de alcohol la superamos juntos.

Cuando desperté me observabas.

Lo que nunca sabrás es por qué lo hice.