Tengo unas chanclas que me devuelven al pasado, a tu pasado.
Una línea horizontal es la responsable de que te vuelvas imprescindible o innombrable.
Es mejor sentarme a esperar, descansando de esta arritmia, y no pensar en la orilla de tus labios.
El reloj ha fijado la hora para comenzar a olvidarte.
El objetivo de mi cámara de fotos te echa de menos.
La impotencia para conmigo está campando a sus anchas. No logro describir ni la temperatura que siento, y no puedo pedirte a tí que lo hagas.
Son las trece y treinta y tres.
En lo que llevo de día he pensado trescientas ochenta y seis veces en ti, ahora trescientas ochenta y siete.
Hora de mi medicación.
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