Cada vez que te visito es la misma historia, un payaso.
Tengo que aprender a mimetizarme en el ambiente, como el vapor de la ducha en el espejo, como la gota fría que recorre la pared caliente.
Quizás no sea tan difícil hacerle caso a mis instintos. Los payasos siempre me dieron miedo, ¿vas a cambiar eso tú ahora? Lo dudo mucho.
Puede que, a partir de ahora, los payasos lleven sobre sus máscaras otras tantas y se oculten… pero siempre serán payasos, de eso se trata, al fin y al cabo.
No consigo concienciarme, me siento como debe sentirse el que lleva un papel pegado en la espalda con un mensaje que ni el mismo entiende, absurdo, entre otras cosas.
Quiero parar.
Quiero que, cuando tenga ganas de llamarte(me) lo haga(s), quiero que, cuando tenga ganas de abrazarte no me importe quien nos mire, quiero que, cuando tenga ganas de besarte, tú no me impidas hacerlo con tu no-lenguaje.
Quiero seguir, pero tu absurda manera, me deja fría...
…Tanto como la gota de agua que sigue bajando por la pared caliente, hasta el suelo.
1 de abril de 2008
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