Miró el reloj.
Eran las doce menos cuarto de otra larga noche en la que solo escucharía gritos y palabras malsonantes antes del buscado golpe, ocasionalmente quizá risas nerviosas o sólo silencio.
Encendió la luz del tocador y comenzó con el ritual memorizado. Los retoques eran casi innecesarios, la tez blanca como la niebla que la acompañaba en sus escapadas, los ojos oscuros como si no tuvieran color alguno, los labios rojos, granates, rotos. La sonrisa torcida siempre en ese instante, encantadora antes.
Se vistió. De blanco, por supuesto. El vestido gaseoso bailaba con el viento que circulaba por aquellas secundarias poco transitadas. No necesitó la ayuda del cepillo para acomodarse el pelo. Iba descalza.
Repitió mentalmente la única frase que le estaba permitido pronunciar. Echó una última mirada a su aspecto. Y se dirigió a aquel tramo de carretera que hacía las veces de antesala del destino.
Vio como se aproximaba el coche. La misma maniobra de siempre. El mismo silencio mientras se acomodaba en el asiento trasero.
- Ten cuidado con esa curva.
La mirada por el espejo retrovisor.
El grito.
El golpe.
El silencio.
17 de junio de 2008
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4 comentarios:
Excelente, muchos hemos dado un toque de humor, el tuyo, frío, macabro, sencillamente fantásticos, el que más
Me gustó eso de vestido gaseoso, uyyy es que me recordó un video que ví en YouTube de un caso así parecido :S
Un saludo desde el otro lado del charco!!!
Ya muerte en vida fue en busca de la vida en la muerte.Lo secundario pasando, sucediendo en silencio de ojos negros y blanco satén,como un cuento detenido poco antes de la hora mágica.
No sé si me acerco a la idea del relato,pero su narración me encanta,suave como las arenas y fuerte como un golpe de mar.
Un abrazo!
Me ha EN-CAN-TA-DO.
El mejor de todos, sin duda.
Con esto ya lo he dicho todo.
Me sorprendiste. No me lo esperaba. He leido varias versiones de la historia de la chiuca de la curva y esta es una de las pocas que me ha pillado. Además las forma final también me ha gustado (grito-golpe-silencio).
Un saludo,
Pedro.
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