No recuerdo en qué momento decidí no volver a escribir sobre ti, pero seguro que no fue una buena idea.
Tú haces que mis dedos elijan por mí, haces que la sangre se haga perezosa para llegar a todas las partes de mi cuerpo, por eso cuando estoy contigo no siento frío; alimentas las mariposas que viven en mi estómago y me haces sonreír.
Consigues hacerme sonrojar sin echarle la culpa a nadie más que a ti, y los mejores regalos siempre son inesperados, es lo bueno de no esperar nunca nada, que, algún día, me acabas sorprendiendo.
Gracias a ti he tenido la oportunidad de contar las veces que puedo sentir escalofríos a treintaycuatro grados. También me has enseñado a elegir malos momentos para ser tímida.
Si fuéramos matemáticos nos apropiaríamos de las incógnitas con muy pocas probabilidades de que nuestra suma fuera la diferencia que buscamos. Así somos.
Si te soy sincera, nunca antes había intentado buscar excusas para no quererte, de forma tan desesperada.
Tú haces que mis dedos elijan por mí, haces que la sangre se haga perezosa para llegar a todas las partes de mi cuerpo, por eso cuando estoy contigo no siento frío; alimentas las mariposas que viven en mi estómago y me haces sonreír.
Consigues hacerme sonrojar sin echarle la culpa a nadie más que a ti, y los mejores regalos siempre son inesperados, es lo bueno de no esperar nunca nada, que, algún día, me acabas sorprendiendo.
Gracias a ti he tenido la oportunidad de contar las veces que puedo sentir escalofríos a treintaycuatro grados. También me has enseñado a elegir malos momentos para ser tímida.
Si fuéramos matemáticos nos apropiaríamos de las incógnitas con muy pocas probabilidades de que nuestra suma fuera la diferencia que buscamos. Así somos.
Si te soy sincera, nunca antes había intentado buscar excusas para no quererte, de forma tan desesperada.
1 comentario:
Como las primeras veces, aquellas en las que me leía en tus letras.
Parafraseando cada uno de tus párrafos, reinventándome para ti en cada palabra.
Como las veces que nos hemos visto, estudiando la forma concreta en que padeces y sientes mis miradas y mis sonrisas. Tus estados corporales definidos en mi diccionario irracional y emocional. Se lo prestaré gustoso al Elegido. Al protagonista, al que rompa la unión de nuestras mentes encriptadas y tu corazón.
Es cierto, los números nos persiguen, la vida está llena de ellos, no podemos concebirla sin los dígitos que representan y determinan encuentros rara vez azarosos. Yo, que soy un chico de letras, tengo que ayudarme con la calculadora para dar lógica humanista a los números que nos rodean y que me muestras... a las cifras que calculan nuestros momentos y sentimientos, y que tú me transmites para que acierte en resolver cuál de las veces he sido yo para ti... acaso la que despertó un escalofrío inverosímil, o la que hace que tus mejillas hiervan.
Un día llegará, siempre llega ese día. Cuando ocurra tendrás la mayor y más acertada excusa que interponerte. Y te servirá para no quererme más, para no volver a escribir sobre mí. El día que eso suceda, yo dejaré de existir.
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