Despertó, rodeado de un ambiente cargado y polvoriento en el que solo se colaba la claridad que permitían las rendijas de los tablones que cegaban las ventanas.
Intentó oír algo más que los sonidos que él mismo provocaba. Nada.
Esperó.
Cuando, de nuevo, recuperó la consciencia, escuchó susurros a su alrededor. No era el único que había despertado. Todo sería como antes, después de tanto tiempo.
Los más atrevidos empezaron a intentar moverse, aún sabiendo lo peligroso que podía ser. No sabían cuánto tiempo había pasado desde la última vez que vivieron, podían ser días, meses e incluso años. Ellos sabían mejor que nadie que la gente había dejado de leer.
El más antiguo de todos, una primera edición, alzó su hilo de voz por encima de los demás.
- Ya sabéis que, aunque estemos despiertos, no significa que vayan a venir a por nosotros…
Un tomo de cuentos, impregnado por la fantasía de su interior, fue el que habló entonces:
- No puedes pensar que nunca vendrá nadie. ¡Una vez oí que si despertamos, es que alguien ha pensado en nosotros! …¡y estamos despiertos!
- Puede que piensen en nosotros, pero si no recuerdan nuestro nombre nunca saldremos de aquí. Además hoy es el Día del Libro, y todos los años pasa lo mismo. Un ataque literal a la lectura que se olvida cuando la rosa que nos acompaña se marchita.
- Pero no todo el mundo es así… ¡Hay personas que adoran la lectura!
Todos escuchaban atentamente el diálogo entre los dos libros, esperando el desenlace. No tenían nada mejor que hacer que deshacerse de la excitación inicial y esperar…
En una esquina un pequeño libro infantil recordaba la última vez que lo leyeron. Fue en una escuela, estaba rodeado de niños, y algunos se peleaban para ser el siguiente en tenerlo en sus manos. Tiempos felices.
Muy lejos de aquel lugar, una chica intentaba recordar sin éxito el título de un libro que leyó cuando era pequeña.
Solo venía a su memoria un argumento, complejo para la edad recomendada, que la sedujo enseguida.
Una grúa, un gruista, un pájaro, no recordaba de qué especie – un águila quizá-, una inundación, sobrevivir allá arriba –en la grúa- e intentar cambiar el orden de los días y del tiempo.
Y aún no soy capaz de recordarlo… ¿me ayudáis?
Intentó oír algo más que los sonidos que él mismo provocaba. Nada.
Esperó.
Cuando, de nuevo, recuperó la consciencia, escuchó susurros a su alrededor. No era el único que había despertado. Todo sería como antes, después de tanto tiempo.
Los más atrevidos empezaron a intentar moverse, aún sabiendo lo peligroso que podía ser. No sabían cuánto tiempo había pasado desde la última vez que vivieron, podían ser días, meses e incluso años. Ellos sabían mejor que nadie que la gente había dejado de leer.
El más antiguo de todos, una primera edición, alzó su hilo de voz por encima de los demás.
- Ya sabéis que, aunque estemos despiertos, no significa que vayan a venir a por nosotros…
Un tomo de cuentos, impregnado por la fantasía de su interior, fue el que habló entonces:
- No puedes pensar que nunca vendrá nadie. ¡Una vez oí que si despertamos, es que alguien ha pensado en nosotros! …¡y estamos despiertos!
- Puede que piensen en nosotros, pero si no recuerdan nuestro nombre nunca saldremos de aquí. Además hoy es el Día del Libro, y todos los años pasa lo mismo. Un ataque literal a la lectura que se olvida cuando la rosa que nos acompaña se marchita.
- Pero no todo el mundo es así… ¡Hay personas que adoran la lectura!
Todos escuchaban atentamente el diálogo entre los dos libros, esperando el desenlace. No tenían nada mejor que hacer que deshacerse de la excitación inicial y esperar…
En una esquina un pequeño libro infantil recordaba la última vez que lo leyeron. Fue en una escuela, estaba rodeado de niños, y algunos se peleaban para ser el siguiente en tenerlo en sus manos. Tiempos felices.
Muy lejos de aquel lugar, una chica intentaba recordar sin éxito el título de un libro que leyó cuando era pequeña.
Solo venía a su memoria un argumento, complejo para la edad recomendada, que la sedujo enseguida.
Una grúa, un gruista, un pájaro, no recordaba de qué especie – un águila quizá-, una inundación, sobrevivir allá arriba –en la grúa- e intentar cambiar el orden de los días y del tiempo.
Y aún no soy capaz de recordarlo… ¿me ayudáis?
1 comentario:
:)
-.Bilbo.-
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