Ayer maté a cada una de las señales que se atrevieron a mirarme a la cara. Todavía hoy me dura el dolor en los nudillos después de la paliza.
Según el Código Penal, me pueden caer hasta treinta años por asesinato premeditado.
Tengo cada uno de los días de cada año planeados en la agenda de piel verde que no me regalaste en mi cumpleaños.
No he dejado ni una sola hora para tus visitas.
5 de marzo de 2009
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